¿Transformación?
Esta palabra la logré palpar hace poco tiempo. Creo que si bien la había escuchado, no había tomado real forma para mí hasta vivirla, entenderla y más aún, experimentarla. Parece un concepto a ratos cotidiano y que está de “moda”, sin embargo aloja un trasfondo muy personal e íntimo. Leyendo encontré lo asociada que estaba la palabra transformación a metamorfosis ya que esta última es origen greco-latino (μετασχηματισμού)y se escribe de esa forma para expresarlo, es decir, está inherente como la misma cosa. Y tiene todo el sentido. En definitiva implica cambiar de piel, de estructuras, de formas, creencias y en definitiva, de evolucionar a una mejor versión de nosotros mismos.
Por eso para mí representa un viaje, porque es un proceso que está marcado por etapas, hitos, momentos y una serie de acontecimientos que van apareciendo a medida que vas avanzando en la ruta. Sólo llegas a destino cuando atraviesas la ruta, cuando tienes un mapa, cuando has definido qué vas a hacer y hacía dónde te diriges.
Nos enseñaron que las cosas son de un solo modo. Bueno, en realidad, hay muchos escenarios posibles y puedes ser quién tú desees ser. Esto se logra con crecimiento personal integral antes que cualquier otra cosa. ¿Por qué iniciar ahí primero? Porque sanando y ordenando internamente es posible mirarse a sí mismo y al mundo con otro ojos. Cambiándose a uno mismo, todo cambia también. Y es literal, ya que nada vuelve a ser igual a como lo concebimos.
Y cuando ves tu vida cada día como una aventura en la que tienes gran sala de juegos para aprender es sencillamente apasionante! Porque construir tu historia conscientemente en cada decisión hacia un propósito es el mejor regalo que te puedes hacer a ti y a quienes te rodean.