Coaching,  Liderazgo

Vender es entregar valor

Recuerdo estar pensando un martes por la tarde qué era eso que requería potenciar en mi negocio. Dejé la idea macerar hasta que al día siguiente, una persona me contactó por  Linkeind y me comentó aquello en lo que podría apoyarme. Leerlo fue muy interesante porque, ¡era exactamente lo que quería, solo que no había dado con el concepto hasta ese momento que lo vi por escrito!. Acordamos una reunión y allí fui profundizando en la materia. 

En ese momento, se hizo evidente para mí y se ratificó lo que sabía, pero que aún no había integrado.

En ocasiones sentía incomodidad de compartir mis publicaciones, cursos o lo que fuera que estuviese haciendo “para no incomodar” o para evitar “ser muy insistente”. Ese día entendí que al no hacerlo no solo estaba dejándome fuera de la oportunidad a mí, si no a otra persona que al igual que yo en esa ocasión, podría estar buscando algo en lo que podría apoyarla y que se sentiría muy contenta de conocerme porque “estaría llegando justo a tiempo”.

Me había estado centrando en el “qué dirán”, no en lo que mi producto significa y lo mucho que le cambia la vida a las personas cuando realizamos juntas el viaje.

 ¿Estaba dispuesta a guardar mis creaciones o compartirlas solo con unas pocas personas, sabiendo que transforman su vida? La respuesta fue clara: ¡NO!

Al reconectar de nuevo con el sentido y el valor de lo que entrego fue más fácil e incluso, divertido acercarme a las personas para contarles a lo que me dedico y hacerlo cada vez tanto más fluido como extensivo.

Imaginé el escenario de la venta como un bello intercambio de  regalos, donde comparto lo que soy y el otro también. La forma se ve diferente ya que una es un servicio y la otra se representa en dinero o quizás en un trueque, sin embargo, ambos estamos entregando energía; compartiendo una parte de nosotros mismos y de nuestra trayectoria, convergiendo justo en un mismo instante.

Por eso vender para mí es darle valor a lo que he creado y en quién me convertí durante todo ese proceso; al hacerlo, estoy entregando un “gran valor” a las demás personas porque comparto una ruta, entrego herramientas, abro posibilidades donde antes se veía solo una madeja de lana revuelta.

¿Te quedas callada cuando te gusta un buen restorán o película? No, ¿cierto? , ¿Por qué tendríamos que ser cautas o recatadas con aquello que sabemos que funciona que nos hace bien y a los demás igual?. Eso no tiene sentido. Por tanto es hora del giro de timón en una nueva dirección con un horizonte más inspirador.

Así que desde ese día disfruto esos encuentros que más que una transacción es una relación con otro ser humano, un punto de conexión  y la oportunidad de crecer en conjunto llevándonos a una nueva orilla.

¿Cómo lo ves tú?, ¿cómo es para ti?

Te leo.

Abrazos, 

Verónica

 

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